Y luego estás tu, delante del televisor, con la cara descompuesta, con el único número que has jugado en la mano. Y te das cuenta de que en vez de ser el maravilloso 80.076, tienes el no tan maravilloso 08.076. Lo primero que haces es obviamente, cagarte en todo. Y entonces llegas al trabajo, donde obviamente todo el mundo está igual que tú, dado que habíais jugado al mismo.
Entonces empiezas a hacer conjeturas y maquinaciones con los compañeros y de repente, se te enciende la bombilla y te das cuenta de lo que ha pasado. A sido el niño!El niño ha cantado mal el número! Es que tan pequeños no deben dejarles cantar hombre!No se dan cuenta de que aún no saben contar bien?Si es que...!
Pero eso no es lo peor, lo peor de todo es que en el centro comercial en el que tu trabajas, en la misma administración de lotería, de la que conoces tan bien a sus dependientas, han repartido un quinto. Has pasado millones de veces delante de la ventanilla, delante del dichoso número, pero es que ni siquiera reparas en que allí venden lotería!Simplemente, es un elemento más del centro comercial!Como si vendieran piedras oye! Pues toma!Dos jefes del centro comercial con un montón de pasta en el bolsillo porque compraron el décimo. El dinero llama al dinero!
Y la pobreza, a la pobreza.
Pero no desesperemos!Por coincidir los últimos tres números me tocan 100€, que buena falta me hacen, pero (siempre debe haber un pero) como compartimos con una compañera el décimo, tocan a 50€ por cabeza.
Hubiera preferido los 500.000€, desde luego, pero no seamos avariciosos!Simplemente, matemos al niño cantante!
(PD: Los niños de San Ildefonso son majisimos y mi odio hacia ellos se produce durante las 24 horas siguientes a la cantada del número.)
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