miércoles, 2 de marzo de 2011

Los arqueólogos...

Me ponen. No puedo evitarlo, desde siempre, desde pequeñita. En realidad la culpa la tiene mi madre por ponerme a ver Indiana Jones desde mi más tierna infancia y claro, luego pasa lo que pasa... De echo tal es mi afición por el susodicho que tuve en mi piso una figura de cartón de unos dos metros de esas que colocaron en las tiendas cuando salió Indiana Jones IV y no sólo eso sino que cuando la estrenaron en el cine me presenté allí el día del estreno vestida como él ( no tengo las fotos en Milán, así que cuando vuelva a casa prometo acordarme de esta entrada y subirlas).
Si los arqueólogos fuesen como Indi no quedarían cosas que descubrir por que todo el mundo querría serlo pero la cosa no va así. En realidad los arqueólogos están todo el día llenos de polvo, no visten de manera sexy, no saben dominar el látigo (almenos en los casos de los que hablo), se pasan la mayor parte del año ejerciendo de profesores o en el laboratorio y casi nunca encuentran maravillas tipo el arca de la Alianza o el cáliz de Cristo. Ellos tienen sus pincelitos, sus cepillitos de dientes, fotografían y excavan por estratos... Y encuentran, dependiendo del tipo de excavación, puntas de flecha que parecen piedras minúsculas, trozos de jarrones entre la arena, pedazos de estatuas y cosas así...Dificilmente encuentren grandes templos perdidos, ídolos de oro o semejantes. Pero son sexys. Es que no pueden evitarlo! Mi profesor de patrimonio arqueológico del año pasado, arqueólogo de profesión, era una pasada, y eso que hacía la tesis sobre no sé que excavaciones en el sur de la Península y estaba intentando establecer sus dietas a través del análisis del grano, cereales y tales...Que tiene eso de sexy? Nada! Pero cómo nos enseñaba, como transmitía el amor por la arqueología... Aprendí más de él que de ningún profesor que haya tenido hasta ahora. Luego está el italiano de este año, que ya es demasiado. No sólo es italiano sino que además, es arqueólogo!Es que lo tiene todo! Y excava en Líbia! Superexótico él...
¿Quién puede tener un mejor dominio del látigo?
 Mi madre siempre ha dicho que yo acabaría haciendo arqueología. Le llevaré la contraria, para variar, pero eso no implica que no pueda casarme con uno, no? 

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